"No tengas miedo", le susurré. "Somos como una sola persona". De pronto
me abrumó la realidad de mis palabras. Ese momento era tan perfecto, tan
auténtico. No dejaba lugar a la duda. Me rodeó con los brazos, me
estrechó contra él y hasta la última de mis terminaciones nerviosas
cobró vida propia. "Para siempre" concluyó... Así comenzó la historia de
amor más adictiva de todos los tiempos.
viernes, 8 de marzo de 2019
Vampiros
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